Desde
mi sombrilla, parapetada detrás de mis gafas de sol, me gusta observar a los
niños en la playa. Con sus cubos y palas, engañan al tiempo, deteniéndolo en mañanas
eternas de sal y juegos. Hacen túneles de arena, castillos adornados con
conchas, una carretera con piedras, un foso con cocodrilos de algas. Las
familias bajan temprano a la playa, los niños corren a la orilla. Una de ellas
pone al suyo sentado en una hamaca baja, lo embadurna de crema y le coloca una
gorra demasiado pequeña para su cabeza. Está un poco ridículo. Rápidamente,
como los demás, hunde sus dedos en la arena, sonríe y comienza a construir, con
manos temblorosas, alguna construcción imposible. Cierro un poco los ojos, adormilada
por el arrullo del mar, y, cuando los abro, veo que ha levantado una tosca
esfinge y junto a ella, pequeñas pirámides. Está ensimismado, mira el
horizonte, luego vuelve a su esfinge, la retoca con torpeza, vuelve a otear el
mar, acaricia de nuevo sus pirámides, obsesivo. Yo creo que debe tener más de
noventa años y me parece que sueña despierto con faraones, tumbas y
jeroglíficos egipcios. Un viaje ansiado que sabe que ya nunca podrá realizar.
DEDICATÒRIA: DE LOS SERES DE ESTE REINO
Hace 6 horas
5 comentarios:
Un micro con "trampa". Mmmm, me gustó.
Mar, un buen micro playero y de viaje de tiempo. Es tierno y divertido. Buen ejercicio.
Aprovecho para darte la bienvenida a Brevedades, ahora estamos en el mismo club jaja. Espero participar también en esta propuesta.
Un saludo.
Si lo he entendido bien...qué siesta más larga!!! Es inquietante; te deja pensando en esos pensamientos paralelos a los del protagonista de las cosas que dejamos a medias por el camino.
Hay mucha ternura en tus palabras cuando tratas la vejez,siempre me emocionas.
Ana
La vejez me obsesiona, me entristece. La vejez también me recuerda mucho a la niñez, dos extremos que se tocan.
Gracias Luisa, Nicolás, Montse.
Ana, siempre me emocionan tus comentarios.
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