jueves, 14 de febrero de 2013

Dos micros inéditos

En "La cámara de escribir"

En el Blog de fotocuento "La cámara de escribir" de Alex Nogués aparace  hoy el nuevo 4 de su revista en Issuu LCDE4, donde colaboro con dos micros inéditos y una entrevista



“La Cámara de Escribir” es un proyecto creativo que busca la interrelación entre fotógrafos y escritores para obtener una nueva dimensión de ambas experiencias.  No dejéis de visitarlo

http://lacamaradeescribir.wordpress.com

Podéis leer la revista también en Facebook

https://www.facebook.com/lacamaradeescribir?ref=hl

Los microrrelatos están acompañados con dos fotos de Pilar Mariscal Ayllón, cuyo blog se llama

My Monde



Amaxofobia

Cada día los vecinos me ven salir cuando el del ayuntamiento viene a abrir  la verja. Me pongo nervioso nada más ver el coche. Abro la puerta, me acomodo en el asiento, me abrocho el cinturón, arranco. Entonces la tensión se apodera de mi cuerpo, mis manos se engarrotan sobre el volante y sudo hasta que llego a mi destino. Un día y otro y otro. Lo mismo. Constantemente angustiado. Me fijo obsesivamente en los quitamiedos rotos, las huellas del derrape de los neumáticos, en los animales muertos en las cunetas. Hasta que llego al kilómetro 34. Paso la curva. Después viene el bache. Siempre revienta la rueda. Siempre es martes. Siempre llueve. Cuando vuelvo, los de la comunidad me reciben en silencio, no hay mucho que decir, sobran las palabras de consuelo. Mi mujer, me coloca con ternura la mandíbula en su sitio, me sacude un poco el polvo del traje y me guía con cuidado hasta nuestro tercer piso. Mientras me acomoda en el cajón siempre me dice al oído:  —Cariño, de mañana no pasa que cojas el autobús.

Pilar Mariscal Ayllón

Nos observan

Estoy estudiando una raza alienígena. Patrullo toda la noche por mi casa con mis gafas de visión nocturna de la teletienda, esperando descubrir a alguno de ellos. Pero son muy listos. No se dejan ver. He observado que desaparecen numerosas cosas cotidianas: que si un espejo, que si el desodorante, que si el corrector dental del niño, que si el champú, que si la abuela, que si una crema antiarrugas, que si el enjuague bucal. Supongo que se las llevan para analizarlas en su laboratorio marciano. Estudiando con detenimiento la lista de los objetos robados, la frecuencia con la que lo hacen y poniendo en primer lugar los sustraídos en mayor cantidad, me resulta extraño el resultado de mis investigaciones. Tras hacer complicadísimos cálculos y consultar, sin éxito (aunque estoy seguro de que saben algo) a la Agencia Espacial Europea, la única conclusión que he logrado sacar es que tienen un grave, gravísimo, problema de autoestima.


Pilar Mariscal Ayllón