"Con ser selva, o río, quizás ciudad". De esta forma u otra cualquiera igual de poética terminaba Melquíades siempre sus cuentos. Nadie recordaba cuándo llegó al pueblo, arrastrando su traje raído por la miseria, sus ojos profundos de soledad y su barba poblada de desamparo, pero se quedó hasta su entierro. El primer día que hubo mercado, instaló una mesa desvencijada junto a una caja a modo de asiento y puso un cartel hecho de cartón que rezaba: "vendo cuentos". Desde entonces todos los vecinos, en algún momento de nuestras vidas, le hemos comprado uno. —Melquíades, uno de miedo, uno de amores imposibles, uno de vaqueros, uno de hadas, uno de piratas... a cambio de algunas perras o unas cuantas manzanas. Recuerdo que yo le encargué un cuento especial para mi prometida. Isabel lo leyó y me dejó plantado como una lechuga. Cuando fui a pedirle explicaciones me dijo que el cuento estaba bien, que lo que estaba equivocado era la novia. El día que murió, nos enteramos por boca del Alcalde que había sido en su día un escritor reputado. Aquel imaginador de fábulas ajenas no había sabido terminar, con su maestría preciosista consabida, un único cuento. Su propia historia.
Propuesta a Minificciones en cadena de la 2ª Quincena de Triple C. Sin éxito esta vez aunque ha quedado finalista. La ganadora ha sido Sandra Montelpare con "Cautiva". Mención especial para Esperanza Temprano y Henry. Mi enhorabuena a los tres. Jurado de lujo: Juan Romagnoli.
La frase de incio para la próxima quincena es: "Una lágrima que recorre el fino rostro de porcelana".
28 comentarios:
Mar, excelente cuento donde el protagonista es un cuentista, que no supo acabar su propia historia. La idea de vendedor ambulantes de cuentos es genial, no sé si se ganaría la vida, pero disfrutar lo haría un rato.
Muy bueno, un abrazo.
Enhorabuena por tu relato, Mar,me pareció precioso.
Besos,
Seguramente tenía razón Melquíades y la novia del protagonista no era la adecuada para él. Muy bien relatado este micro sobre escribidores y cuentistas mal pagados.
Abrazos sin cuento.
De nuevo felicidades por el trabajo y el reconocimiento por ser finalista.
Me gustó la idea de "imaginador de fábulas ajenas" en contrapunto con no saber terminar su propia historia.
Abrazos
Enhorabuena Mar. Como siempre, precioso cuento.
Muy inspiradora también la frase de esta quincena, junto a la bella ilustración de Aurora. A ver que sale :-)
Un abrazo.
Bonito cuento sobre un cuentacuentos :-)
Enhorabuena por quedar finalista, Mar.
¡Vamos con la próxima quincena!
Un abrazo.
Y somos un poco eso las personas existiendo en la existencia; siempre parece que afuera cuesta menos, y ALLÁ -absurdamente- queda tanto más cerca que ACÁ,
Excelente micro; coincido con lo que dijo Xesc y agrego que me gustó la idea de pensar que todas las personas que uno conoce han sido otra cosa en alguna otra parte.
Un fuerte abrazo.
Un texto precioso, no me extraña que haya quedado finalista. Besos!!
Ese juglar tan bien retratado me llena de vida el ciberespacio. Me recuerda a esa gente que lo da todo y pide muy poco o nada. Felicidades.
¡Enhorabuena por esa clasificación, Mar!
Este relato se lo merece. Creo que -de una forma u otra- a muchos de nosotros nos gustaría ser algo Melquíades.
Un abrazo,
Bonita historia que nos muestra el alma del verdadero escritor, que no precisa pago a su genialidad, con el placer de escribir y ser leído por unos pocos tiene bastante. Enhorabuena.
Te envío un cuento escrito por Antonio Carratala Alaves... "Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios atunes muy grandes.
El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.
El mexicano replicó:
- Oh! Sólo un ratito.
Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces. El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.
El norteamericano volvió a preguntar:
- ¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
El mexicano contestó:
- Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.
El norteamericano dijo con tono burlón:
- Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.
- Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?
- De quince a veinte años.
- Y luego ¿qué? - preguntó el mexicano
El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:
- Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.
- ¿Millones? Y luego ¿que?
- Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
- Bueno, pero eso es lo que hago ahora ¿Por qué tengo que esperar veinte años?"
Me gustó mucho tu Melquíades, Mar. Me encanta ese vendedor de cuentos, aunque no pudiera cerrar con su propia historia la vida que se le apagaba.
Precioso, sí. Un beso muy fuerte.
Mar pues he de decirte que aunque me gustó mucho finalmente después de varias lecturas, me decanté por otros en las votaciones y además no pensé que fuera tuyo, no me parecía tu estilo, como ves, me equivoqué de medio a medio.
Un abrazo,
Tu sigue presentándote, que cada vez escribirás mejor... Un abrazo, guapa.
Nicolás, vender cuentos, en estos tiempos en un mal negocio, pero yo creo que tiene que dar muchas satisfacciones. De hecho, todos nosotros los somos. Un abrazo.
Hola Aurora, bienvenida al blog. Muchas gracias, me alegra mucho que te gustara el relato. Un beso. Nos vemos en Triple C.
Lola, haces hincapié en los mejor del relato. Qué lista eres. A mí es la parte que más me gusta: esa novia equivocada. Un beso.
Xesc, muchas veces, arreglamos los desperfectos de los demás y los nuestros quedan en el aire. Un abrazo.
Hola Sara. Pues sí, muy inspiradora, pero que a mí no se me ocurre nada, no sé qué me pasa con la frasecita. Un beso.
Hola MJ, eso es lo mejor, que no se para de escribir, ni de imaginar, ni de disfrutar. Un beso.
Juan, todos escondemos algún secretillo. Un abrazo.
Muchas gracias Maite. Un besazo.
Adivín, tienes razón, a mi me parece que todos nosotros con nuestros blog regalamos historias para uso y disfrute del público en general. Un abrazo.
Pedro, aunque parece que Melquíades es un fracasado, no sé yo, no sé yo. Creo que disfrutaba con lo que hacía, lejos del mundanal ruido. Un abrazo.
Hola Yolanda. Tienes razón, el verdadero escritor disfruta y hace disfrutar, lo demás es secundario. Un beso.
Javier, qué alegría encontrarte aquí ¿cómo estás?. Con este cuento que has colgado pones el contrapunto a mi historia. Yo creo que este escritor que fue reputado en sus tiempos ha elegido vivir mejor la vida, siendo casi un indigente pero disfrutando del placer de su don. Un beso y mucho ánimo.
HOla Laura, muchas gracias.
Hola Esperanza, pues a mí el tuyo fue el que más me gusto, le di 3 puntos. Me gusta que me digas que no parece un texto mío. Me hace ilusión tener varios registros. Un beso.
Isabel, muchas gracias. NO dejaré de escribir, es como si dejara de respirar. Un beso.
Muy bonita historia Mar.
Y gracias por votarme :D
Besos.
...ya que he encontrado este blog... me quedaré por aquí.
Sólo conozco ese concurso de oídas, pero si todos los micros tienen la calidad del tuyo, la cosa está dificil.
Enhorabuena.
Un abrazo.
Lo que más le suele costar a alguien acostumbrado a escribir historias ajenas es escribir la suya propia, una suerte de autoficción en la que suele haber tantas deudas con la vida que acaba doliendo demasiado llevarlo al papel sin que haya daños colaterales. hace poco leí la autobiografía de un escritor en la que narraba la relación con su padre, y se notaba lo que cuesta hablar de uno mismo.
Henry, bienvenido y quédate cuanto quieras. Tu relato era fantástico. Un abrazo.
CDG, puedes apuntarte cuando quieras. Sólo tienes que darte de alta en Triple C, la cofradía del cuento corto y puedes participar en todas las actividades que organizan. Un abrazo.
Manu, cuando se trata de la historia de uno mismo la trama no es tan sencilla y ningún desenlace nos parece adecuado. Muchas gracias por comentar.
Precioso, Mar. Me gusta mucho ese cuento que no sirve para retener a la novia, Melquiades demuestra saber contar.
Besitos
Elysa, qué alegría. ¿cómo te encuentras?. A ver cuando publicas y te puedo visitar en tu casa. Un beso.
Acabo de escuchar el podcast de Wonderland, enhorabuena. Me ha parecido un micro muy bueno por todo lo que han dicho los profes y más.
Saludo
Justas, Triple C, mucha competitiva para mi lento escribir. Este cuento me gusta como fluye, con un inicio bastante lírico. La frase inicial queda fatal, creo. La razón que da al enamorado es muy graciosa. Me gustó.
Es verdad, la frase inicial, es muy difícil de hilvanar. Eres muy perspicaz, lo mejor del cuento, a mi entender es cuando le dice al narrador que la novia está equivocada. Una abrazo y gracias por comentar.
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