Fue estremecedor verlo intentar zafarse de las cuerdas. Con sus movimientos desesperados se dislocó un hombro y su cuerpo se cubrió de heridas sanguinolentas por el roce brutal de las sogas. Gritaba, o al menos eso creíamos nosotros, que nos había hecho poner cera en los oídos advertido por Circe, y sólo veíamos su boca cerrarse y abrirse como un pez que agonizaba. Estaba poseído, escupía espuma, nos miraba con los ojos desencajados y las venas del cuello hinchadas por la frustración y la ira. Se golpeaba la cabeza contra el mástil y se arrancó un trozo del labio enloquecido por la rabia de no poder soltarse. El canto fascinante de las mujeres pájaro, al pasar junto a la Isla de las Sirenas, zarandeó su cordura.
Cuando por fin dejamos atrás los arrecifes y la Isla quedó lejos en el horizonte, lo desatamos del palo mayor. Un Ulises roto cayó al suelo. Tenía mirada de loco, balbuceaba como un niño y se arrastraba como un animal acosado por la muerte. Deliró durante cuatro días y tres noches mientras nosotros curábamos con ungüentos las heridas del cuerpo. Él mismo, cuando se recuperó, se colocó el hombro en su sitio, en un embate contra el mástil donde estuvo amarrado. Nunca salió de su boca palabra alguna sobre lo sucedido. Repuesto el cuerpo pero herida el alma, cayó entonces en una postración extrema, en una apatía incomprensible para nosotros que lo habíamos visto luchar contra hombres, bestias y tormentas, como un héroe tocado por los dioses. La brisa del mar y el sol le devolvieron las fuerzas para luchar contra los monstruos Caribdis y Escila y aún tuvo arrojo para sobrevivir nueve días a la deriva en el mar y llegar a la isla de la ninfa Calipso. Cuando por fin, dejando atrás a los Feacios, llegó a Itaca, el orgullo herido de marido puesto en entredicho lo aguijoneó para deshacerse de los jóvenes príncipes que acosaban a Penélope. Después pareció encontrar la paz junto a su esposa. Ahí acabaron las aventuras de Ulises.
Años después, demasiado achacoso para enrolarme como marinero, entré a trabajar de sirviente en la casa de Penélope y pude enterarme de que Ulises había zarpado hacía tiempo en un navío, dispuesto a estrellarse en los arrecifes de la Isla de las Sirenas, para encontrarse cara a cara con su obsesión, para buscar a su mujer ave, para hallar a Telxínoe y morir escuchando su canto prodigioso y maldito. Pero parece que no murió ahogado ni su cuerpo estrellado contra las rocas. Zeus, en un alarde casi irónico, y en honor a sus múltiples hazañas, se apiadó de él. Pero en vez de concederle a Telxínoe cuerpo de mujer y provocar la envidia de sus hermanas, lo convirtió a él en híbrido alado. Algunos rumores apócrifos apuntan a que vivió feliz y después de muchos años murió deleitado y arrullado por la dicción legendaria de su amor réprobo. Quizás feliz, sí, pero pájaro al fin y al cabo.
Presentado sin éxito al Concurso de microrrelatos de Círculo de Lectores.
11 comentarios:
Pues no lo entiendo. Muy muy buenos tenían que ser los del resto para que esta historia quedase fuera... ¿Es tu versión particular sobre ese tramo de la historia?
Tal como fue un deleite para Ulises en tu versión de los hechos, ha sido un placer leerte y es lo que cuenta... tanto para Ulises como para nosotros, tus lectores.
Un abrazo
Pues es una gozada, se lee sin pausa disfrutando hasta el final.
Besitos
Me gustó esta revisión de La Odisea con ese Ulises pájaro feliz como una perdiz.
Besos volados.
Me ha gustado mucho Mar.
Besos desde el aire
Mar, es un relato literario de mucha calidad. Has escogido las palabras adecuadas para engancharnos a la historia. Ulises ha vuelto a vivir gracias a tus letras, aunque esta vez en forma de pájaro.
Me encanto.
Un abrazo.
Altísimo nivel narrativo en este relato, Mar. Esta revisión es realmente buena, esa visión del narrador como testigo en primera persona, excelente.
Sí Montse, esta versión me gusta más, que siempre me ha dado corage la mala fama que tienen las sirenas.
Gracias Patricia, para mí si que son un deleite tus comentarios.
Elysa, para mí también fue una gozada escribirlo, la verdad. Es uno de los primeros micros que escribí cuando me dio por los microrrelatos y dejé un poco a parte la escritura de cuentos, que es lo mío. Un beso.
Lola, gracias, A Ulises no le importó ser pájaro, la felicidad está donde menos la esperas. Hay que tener la valentía de ir a buscarla. Lo que sí tengo que continuar es la historia de Penélope, que menudo papelón le ha tocado a la pobre. Un beso Lola.
Gracias por leerme Rosa, un placer tu comentario.
Nicolás, muchas gracias, no me merezco tantas alabanzas. Un saludo.
Muchas gracias Maite. Yo en realidad escribo cuentos, todo el mundo me dice que soy muy buena narradora pero me fallan los finales, que no sé resolver, y me salen unos relatos catastróficos. Espero solucionarlo algún día. Un beso.
Precioso relato. No tengo ni idea de seres mitologicos, y como dice un amigo, ni quiero tenerla, pero el relato me ha enganchado, y lo he disfrutado.
Yo ya lo he premiado, y no digas que no sabes resolver, me parece un final muy bueno. Felicidades.
Abrazos
Menudo pájaro está hecho el Ulises ese...jejej
Engancha de principio a fin.
A mí me parece un gran final, Mar.
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