lunes, 16 de diciembre de 2019

La vaina

Premio RedPal


Mi padre era un gigante. Subidos sobre sus hombros veíamos el mundo. Un día empezó a encoger. Apenas un milímetro al mes. El médico nos dijo que era una enfermedad incurable. Primero encogía la cabeza y luego le seguía el cuerpo, por pura empatía. No sabíamos cómo cuidarlo, solo quererlo. Así que le llevábamos siempre de la mano, le dábamos besos sonoros, le recordábamos la alegría o le mostrábamos la luz de las estrellas. Él se despertaba a veces perdido y decía, ¿por qué ha crecido hoy tanto el mundo? Ya tan pequeñito, nosotros ahora los gigantes. Mi madre, terca, cogía el metro de costura y medía su corpachón postrado sobre la cama. Ves, niña, está igual que siempre. Y era verdad, porque necesitábamos ocho personas para bañarlo. Pero yo sabía, al mirar sus ojos vacíos de sí mismo, que no tardaría en caber en una vaina de habichuelas.


                                                                                                                 A mi padre.





Tercer Premio de I Concurso de microrrelatos RedPal, Red de cuidados paliativos de Andalucía. Vídeo de la entrega de Premios AQUI

3 comentarios:

thewomansepie dijo...

Cuando empiezan a caber en una vaina, aaaay ¡qué tiernos! ¡Cuánto amor!

Maite

thewomansepie dijo...

Cuando empiezan a caber en una vaina, aaaay ¡qué tiernos! ¡Cuánto amor!

Maite

thewomansepie dijo...

Cuando empiezan a caber en una vaina, aaaay ¡qué tiernos! ¡Cuánto amor!

Maite

Publicar un comentario